"El trabajo Corporal pone a trabajar activamente al cuerpo para tratar de destrabarlo.
Esta definición me remite al decir de Leticia González, que “en la clínica psicomotriz se trata de que el sujeto se vuelva capaz de hacer algo con lo que le pasa en su cuerpo”.
Según Elina Matoso: “El Trabajo Corporal es un abordaje del ser humano, cuyo objeto de trabajo es el cuerpo, concebido como cuerpo histórico, místico, social, cultural y anatómico, aunque lo anatómico se relativiza ante lo humano”.
Concebimos que también implica una práctica diferente a la Expresión Corporal, si bien puede haber tomado elementos de ella.
Trabaja en relación al cuerpo tanto desde lo expresivo, la exteriorización de movimientos, gestos, actitudes; como en los procesos de interiorización, el ir hacia lo interno de sí mismo, la concientización, la percepción, el lugar de la recepción, de lo desconocido, de lo no visible, lo postural, lo tónico emocional, lo energético y el plano de las representaciones.
El Trabajo Corporal entendido como un campo disciplinar recibe el aporte de la Sociología, la Antropología, el Psicoanálisis, Las Técnicas Corporales, la Anatomía funcional, entre otras. Sin embargo implica una mirada específica al cuerpo que no es la mirada médica, ni psicológica, ni física. Se trata de una mirada a lo corporal-grupal.
Siguiendo a Elina Matoso, el Trabajo Corporal: es un modo de dar vía al desarrollo del potencial creador que como ser humano tenemos.
Permite el reencuentro con uno mismo y con los otros. Permite diferenciar, rescatar la particularidad de lo individual.
Es una modalidad de habitar el propio cuerpo, de estar sin necesidad de hacer.
Valoriza al cuerpo desde sus limitaciones y posibilidades. Busca y propone imágenes a sus bloqueos, apostando a la plasticidad de la imagen corporal.
El cuerpo concebido como lugar del placer y del dolor, como territorio de imágenes y escenas, donde al hacer actuar sus personajes internos puedan producirse los “desalojos” necesarios para una transformación saludable y creativa"
Texto de Alejandra M. Papandrea